Ayer miércoles (9-12-2020) disputé mi tercer partido de la edición 2020 de nuestro querido Open Casino. Mi rival fue un veterano curtido en mil batallas, Germán Elizalde. Germán es un “pureta” con clase, les ves llegar a pista y tiene toda la pinta de haber jugado finales contra Wilander, Connors, Edberg y compañía. Un tenista de pies a cabeza.
El partido
comenzó a disputarse en la pista 2 del CTP a las 19 horas con condiciones
digamos no muy amables, 35 grados Fahrenheit aprox. Traducido al cristiano, un
biruji de pelotas. Germán y yo pertrechados con todo tipo de mallas, camisetas
térmicas y kit “juanito oyarzabal” al
completo. La estricta normativa anticovid que rige el torneo nos impidió
fundirnos en un abrazo, que es lo que nos apetecía.
Gané el sorteo
y elegí saque como siempre. Y como siempre juego para el rival, 1-0 para
Germán. Le devolví el break de inmediato para el 1-1. Bonitos intercambios que
denotaban que Germán tenía una estrategia, jugarme bolas altas para mantenerme
lejos de la línea de fondo y no poder llevar la iniciativa. Yo cuando podía
intentaba moverle de lado a lado confiando en que la ingesta alcohólica de
German durante el largo puente pasado hubiera sido, al menos, tan importante
como la mía. Pero Germán aguantaba el tipo moviéndose cual gacela Thompson por
el polvo de arcilla. 3-3 en el luminoso y las espadas en todo lo alto.
Germán estaba
cogiendo confianza y decidí ser más agresivo, intentar hacerle más daño
buscando el golpe ganador y así fui entrando más en juego a la vez que Germán
parecía acusar algo el esfuerzo. Conseguí abrir hueco hasta el 7-3 momento en
que aparecieron en pista los del siguiente turno, un tal Diego García que debe
jugar tres o cuatro veces al año al que acompañaba su hijo.
Nos
desplazamos a la pista 5 gracias a que Germán había estado atento y pudo
reservarla a las 20h. En la pista 5, conocida como la central de invierno, la
temperatura era algo menos severa. Conseguí ganar mi servicio y colocar el 8-3
que me dejaba a las puertas de la victoria. Pero el gran Germán no había dicho
su última palabra. Impuso su saque con solvencia para el 8-4 con mi hijo en la
grada poniéndome cara de asesino porque quería llegar a casa a tiempo para ver
al Real Mandril.
El último
juego fue sin duda el mejor del partido; hasta dos match balls levantó German
tirando de casta, uno de ellos con un passing shot de revés paralelo
espectacular que levantó los aplausos de mi vástago. E incluso dispuso después
de bola para el 8-5. Pero este cronista pudo mantener la calma en esos momentos
de gran tensión para cerrar finalmente el partido, 9-4.
Grande German. Dignificas este
deporte, este torneo y este equipazo que tenemos.
VIVA EL CASINO!!!!! (incluso en invierno…)
Crónica escrita por Eduardo Iráizoz
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