Quizás gracias a estas dudas, comencé extremadamente concentrado el partido y pronto se vio reflejado en el marcador; 4-0 a mi favor imponiendo un tenis muy intenso. Llegado ese punto, veía el partido más que encarrilado e inconscientemente mi concentración bajó un pelín, situación que aprovechó Germán para anotarse su primero juego.
En el cambio de pista, aproveché para tomar aire, beber un poco de agua y tratar de mentalizarme para intentar volver al grado de concentración inicial. Aparentemente conseguí mi objetivo al anotarme el 5-1 y acercarme a la victoria. En ese momento, comencé a pensar en que sería conveniente una victoria con amplio margen para posibles desempates y como el tenis no perdona cualquier despiste mental, el marcador llegó al 5-2.
Nuevo cambio de pista y mi cabeza focalizada en cerrar el partido en el 6-2, recordando el 6-3 de Germán a Edu y volviendo a pensar en posibles desempates. En el siguiente juego, con Germán al servicio, me coloco 15-40 con dos bolas de partido que no soy capaz de cerrar. El partido en ese momento está mucho más igualado que al principio y empezamos a alternar deduces y ventajas. Ya no me siento tan seguro y veo que el tenis de Germán va a más; 5-3 a mi favor.
Las bolas liftadas y profundas de Germán me empiezan a molestar y a mí me cuesta hacer la transición de un partido de alta intensidad con elevado riesgo a un partido de más control. Germán consigue hacer el 5-4 y las alarmas empiezan a sonar en mi cabeza. El average en caso de empate pasa a un segundo plano y ahora toca remar para sacar el partido adelante como sea.
El tiempo se echa encima y Javi Mañeru nos tranquiliza indicándonos que la siguiente hora está libre, encargándose gentilmente de solicitar en portería que no apaguen las luces. Con 5-4 a mi favor, ya no puedo permitirme más disgustos, qué lejos quedaba aquel tranquilizador 5-1. Se dispone a sacar Germán y consigo llevarme el primer punto. El siguiente también me lo llevo colocándome 0-30, pero me dura poco la alegría y Germán consigue colocarse 30-30. La siguiente bola se antoja clave y soy yo el que consigue anotársela; 30-40. De nuevo tengo bola de partido y pienso que esta vez no puedo dejarla escapar; tras un intenso intercambio de golpes en el que consigo imponer mi ritmo, desplazo a mi oponente que a duras penas consigue pasar la bola sobre la red para terminar el partido con una suave derecha liftada pegada a la red, a la que ya no puede llegar el bueno de Germán.
Entretenido partido que disfruto como un enano, a pesar de lo complicado que me lo puso el gran Germán Elizalde.
Como siempre, un placer, querido Germán.
Crónica escrita por Fernando Llarena.

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