Se celebra el segundo partido de los cuartos de final del OTC, el cuadro ha quedado un poco raro por las desafortunadas lesiones de Glaría y Lerga que tenían la clasificación en la mano. En cualquier caso hay unos partidos muy agradables e interesantes que concentran la atención del panorama tenístico en el Club.
Domingo por la mañana, turno del Llarena-Iráizoz II y los jugadores que se descubren mutuamente en los frontones, Llarena con su sparring particular Fer Jr. y Fran pues intentando calentar por ahí solo carrera va pelotazo viene. Fran se da cuenta de que Fer lleva sus calcetines compresivos de alta competición y de que hoy la cosa va en serio. Pero no pasa nada, él lleva una camiseta de un tal Roger Federer que hizo suya hace años en un outlet del pirineo. Nunca ha ganado nada con ella (ni con ninguna otra) pero es la más bonita que tiene y la tenía reservada para semejante ocasión.
Los jugadores comparten camino hacia la pista cuatro y se separan antes de llegar para unas últimas preparaciones.
Peloteo fuerte desde el principio, como queriendo marcar territorio. Juego inicial larguísimo que se lleva Fer al servicio, para después romper rápido y colocarse 2-0. Sorprendentemente Fran mantiene la calma y empieza a ejecutar el plan que tenía para hoy. Sacudirle a tope y disfrutar del partido.
Gradas a rebosar, Lerga, Mañeru, Glaría, y por supuesto el gran Errea. El partido se fue hasta el 4-4 y los 50 minutos de duración, con alternativas para los dos jugadores y un buen juego por parte de ambos. Llegado ese momento, Iráizoz II entró en una especie de trance en el que le entraban todas las derechas, consiguiendo unos golpes ganadores que tardará tiempo en olvidar. Consiguió cerrar por 6-4 jugando mejor de lo que sabe, y alcanzar las semifinales. Han pasado 24 horas del partido y todavía no sabe como lo hizo.
Fer, es un placer jugar contigo, contagias tu ilusión por el tenis y espero que podamos jugar muchos casinos más. Gracias por organizar este torneazo que nos hace disfrutar tanto a todos!
Crónica escrita por Fran Iráizoz

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