Tarde de domingo de viento y canícula, con temperaturas cercanas a los 40 grados. El día anterior se producían incendios en toda Navarra que afectaban directamente a la familia de uno de nosotros. Milagrosamente, y tras horas tensas, todo estaba finalmente bien. Que alegria. Decía que jugamos con mucho viento y mucho calor. Eduardo venía de haber jugado un partido por la mañana con Fernando y de haber cocinado un arroz exquisito regado por varias cervezas bien frías. Le vi llegar a las pistas en chancletas y con una buena modorra encima. Y pensé…nah, la verdad es que ni lo pensé. Es Edu, el de mayor clase entre nosotros. La pista estaba barrida por el viento y se asemejaba más al cemento que a la tierra, incluso tras una buena regada. El partido comenzó sorprendentemente igualado, 3 a 2 para Eduardo, que tardaba en desmodorrarse, adaptarse al viento y a la agresividad de mi derecha. En cuanto ajustó su juego, pasó rápidamente a un 7 -3 y finalmente 9 - 3, que refleja la distancia entre ambos jugadores. Enhorabuena a Eduardo, que ha superado su lesión de gemelo y ha barrido en sus partidos de grupo. Firme candidato al triunfo, una vez más.
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