Javier Mañeru volvió a conquistar el sábado 16 de noviembre la preciada orejona en el recién finalizado OTC 2024 al ganar a Fran Iráizoz por 9 juegos a 4. Demostró ser el más fuerte del presente campeonato, imponiendo su ley y ganando todos sus partidos con una seguridad que dejó lejos a sus rivales. Un 10 para el bueno de Javier, que venía muy motivado después de quedarse a las puertas del título en las últimas tres ediciones, y que aprovechó su oportunidad para ganar un nuevo entorchado. Mucho tendrán que remar los jugadores el año que viene para destronarlo.
En una bonita tarde de otoño, venció a Iráizoz II en una final celebrada en la pista 1 del club, con un repertorio inmenso de saques y buenos golpes de fondo. Iráizoz lo intentó todo, peleó hasta el último juego pero es cierto que no pudo apenas presionar para pelear el partido. Probablemente los nervios le jugaron alguna mala pasada en su primera final de un torneo tan grande. Mañeru cogió ventaja en el electrónico desde el principio y fue administrándola durante el encuentro, si bien también dio muestras de tensión durante el mismo. Sin embargo, su buen hacer en el saque y solidez desde el fondo de la pista fueron una barrera infranqueable. La grada se volcó con el alevín del equipo, animándole con cariño, pero la distancia era demasiado grande. Escriche aplicó la última tecnología para el estudio de datos del partido, poniéndole nombre y apellidos a todos los puntos del partido y contando, y esto tiene mérito, los errores forzados y no forzados de los jugadores.
Después de una ducha y una reflexión, todos los jugadores e invitados se dirigieron a las instalaciones de la Sociedad Gastronómica Napardi para celebrar la correspondiente cena de gala y entrega de premios. Ambiente inmejorable entre un grupo de amigos que se quiere mucho, mucho.
Iráizoz soltó el brazo después del agarrotamiento tenístico y preparó un homenaje en toda regla, a base salmón ahumado, ensaladas con ventrescas, y un bacalao al pil pil antológico que hizo disfrutar a los muchachos.
Gran rato de risas y charla al calor del buen vino y gintonics a cargo del campeón, que demostró tener también buena mano con los combinados.
Esperando ya una nueva edición de este entrañable torneo, se despide este cronista.
Crónica escrita por Fran Iráizoz
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